HERALDO
DE ARAGÓN
Los
hermanos Rodríguez salvan la escuela del Villar del Cobo a unos días del fin de
curso
M. Navarro|09/06/2014
Unos
trillizos y su hermano Adrián han dado un soplo de vida a la escuela del
municipio turolense, cuya supervivencia peligraba. Sus padres se han mudado
desde Murcia a cambio de trabajo y residencia.
Hace un mes, el Ayuntamiento de Villar del
Cobo, en la
Sierra de Albarracín, buscaba "con cierta urgencia" una familia con dos niños en edad
escolar para la
explotación de su tele-club. La
subsistencia de su escuela rural peligraba de cara al curso que viene y, a
contrarreloj buscaban la llegada de niños que completasen el mínimo necesario
exigido por el Gobierno de Aragón a cambio de residencia y trabajo.
Y han tenido suerte. De golpe y porrazo, cuatro menores se han incorporado recientemente a las clases, llegando hasta la decena. Ellos son: Julia, Alejandro y Anais, unos trillizos de tres años y su hermano Adrián, de 11. Pero no son la única buena nueva. Esta misma semana también se ha adjudicado una plaza de alguacil para localidad y su nota más alta ha sido obtenida por un vecino de Cuenca que tiene cuatro niños que podrían incorporarse a la escuela al inicio del próximo curso escolar.
Paco Rodríguez y Ana Laguna, padres de los trillizos y de Adrián, son los nuevos regentes del tele-club. Hasta hace pocos días vivían en San Pedro del Pinatar, en Murcia. Aunque él trabajada, ella se encontraba en paro y necesitaban un extra económico a final de mes para no andar agobiados con la manutención de los cuatro pequeños. "Y por Internet, encontramos la oferta de Villar del Cobo. Nos apuntamos, llamamos al Ayuntamiento y vinimos a ver el pueblo", recuerda Ana.
El cambio era grande: mudarse de un municipio de casi 20.000 habitantes a uno de 192 -según últimos datos del INE- o pasar de asistir a clases de 27 alumnos por una 10 y con diferentes edades, no debe de ser fácil. "El que más miedo nos daba era Adrián, pero la posibilidad de ver la nieve le conquistó", asegura la madre. "Y a nosotros nos gustó el paisaje, la montaña, la tranquilidad que se respira y la gente del pueblo. Vivir en el Villar del Cobo es como vivir en una gran familia", agradece la joven de 37 años. "Nos han acogido estupendamente y ahora mismo no pensamos en movernos de aquí, aunque es cierto que la familia y nuestras raíces también tiran", añade.
El bar, ubicado en la plaza Constitución, tiene una pequeña zona de comedor con capacidad para 25-30 comensales y una cocina semi-industrial con licencia para servir platos. El precio de arrendamiento del establecimiento es de 150 euros mensuales y en este precio también se incluye el alquiler de la vivienda en la que ya residen Ana y Paco junto a sus cuatro hijos.
Para acceder a la oferta, no era necesario depositar ninguna fianza. Desde el consistorio solo solicitaban la acreditación por parte de los interesados de algún tipo de conocimiento en el campo de la restauración. Y en ello, tanto Ana como Paco tienen una larga trayectoria. Ana se ha dedicado toda su vida a trabajar en el mundo de la hostelería y Paco ha sido cocinero e incluso ha tenido un negocio propio.
El contrato se ha firmado por tres años con una posible prórroga de un más. Y, aunque también cuentan con un pequeño tiempo de prueba, desde el Ayuntamiento aseguran estar encantados con ellos. "Estamos muy contentos con su llegada, ya no solo porque sus niños han dado un soplo de vida a la escuela, sino porque también llevan el negocio bien", explica el concejal Manuel Zamorano. "Aunque no hay que olvidarse de que también tenemos otro bar en el pueblo", añade.
Y han tenido suerte. De golpe y porrazo, cuatro menores se han incorporado recientemente a las clases, llegando hasta la decena. Ellos son: Julia, Alejandro y Anais, unos trillizos de tres años y su hermano Adrián, de 11. Pero no son la única buena nueva. Esta misma semana también se ha adjudicado una plaza de alguacil para localidad y su nota más alta ha sido obtenida por un vecino de Cuenca que tiene cuatro niños que podrían incorporarse a la escuela al inicio del próximo curso escolar.
Paco Rodríguez y Ana Laguna, padres de los trillizos y de Adrián, son los nuevos regentes del tele-club. Hasta hace pocos días vivían en San Pedro del Pinatar, en Murcia. Aunque él trabajada, ella se encontraba en paro y necesitaban un extra económico a final de mes para no andar agobiados con la manutención de los cuatro pequeños. "Y por Internet, encontramos la oferta de Villar del Cobo. Nos apuntamos, llamamos al Ayuntamiento y vinimos a ver el pueblo", recuerda Ana.
El cambio era grande: mudarse de un municipio de casi 20.000 habitantes a uno de 192 -según últimos datos del INE- o pasar de asistir a clases de 27 alumnos por una 10 y con diferentes edades, no debe de ser fácil. "El que más miedo nos daba era Adrián, pero la posibilidad de ver la nieve le conquistó", asegura la madre. "Y a nosotros nos gustó el paisaje, la montaña, la tranquilidad que se respira y la gente del pueblo. Vivir en el Villar del Cobo es como vivir en una gran familia", agradece la joven de 37 años. "Nos han acogido estupendamente y ahora mismo no pensamos en movernos de aquí, aunque es cierto que la familia y nuestras raíces también tiran", añade.
El bar, ubicado en la plaza Constitución, tiene una pequeña zona de comedor con capacidad para 25-30 comensales y una cocina semi-industrial con licencia para servir platos. El precio de arrendamiento del establecimiento es de 150 euros mensuales y en este precio también se incluye el alquiler de la vivienda en la que ya residen Ana y Paco junto a sus cuatro hijos.
Para acceder a la oferta, no era necesario depositar ninguna fianza. Desde el consistorio solo solicitaban la acreditación por parte de los interesados de algún tipo de conocimiento en el campo de la restauración. Y en ello, tanto Ana como Paco tienen una larga trayectoria. Ana se ha dedicado toda su vida a trabajar en el mundo de la hostelería y Paco ha sido cocinero e incluso ha tenido un negocio propio.
El contrato se ha firmado por tres años con una posible prórroga de un más. Y, aunque también cuentan con un pequeño tiempo de prueba, desde el Ayuntamiento aseguran estar encantados con ellos. "Estamos muy contentos con su llegada, ya no solo porque sus niños han dado un soplo de vida a la escuela, sino porque también llevan el negocio bien", explica el concejal Manuel Zamorano. "Aunque no hay que olvidarse de que también tenemos otro bar en el pueblo", añade.
Cerrado desde el año pasado
El tele-club permanecía cerrado desde finales del año
pasado y aunque su gestión salió a concurso, finalmente quedó desierto debido a la actual coyuntura económica.
El precio del arrendamiento era entonces de 3.000 euros, "pero en un pleno
aprobamos la reducción porque vimos que era demasiado elevado para los tiempos
que corren y lo que necesitamos con un urgencia es
una familia con hijos que
venga al pueblo para mantener la escuela", matiza Zamorano.
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