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sábado, 31 de enero de 2015

Entrevista a M.A. Santos Guerra

PRENSA ON LINE 31 ENERO 2015
DIARIO DE TERUEL
“Que las familias participen en las escuelas es un derecho y un deber”
ENTREVISTA: Miguel Ángel Santos Guerra, Doctor en Ciencias de la Educación

El doctor en Ciencias de la Educación Miguel Ángel Santos Guerra impartió esta semana dos charlas sobre evaluación y participación de las familias en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, en una actividad organizada por la escuela de Olba.
Isabel Muñoz, Teruel
31/01/2015


El doctor en Ciencias de la Educación Miguel Ángel Santos Guerra impartió esta semana dos charlas sobre evaluación y participación de las familias en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, en una actividad organizada por la escuela de Olba.
Con los cambios normativos educativos se está hablando mucho de evaluación pero creo que su enfoque es diferente.
- Yo digo que si la evaluación es pobre el proceso de enseñanza y aprendizaje es pobre. Efectivamente se habla mucho de evaluación. En la ley me parece que aparece la palabra evaluación 105 veces. Le he dicho al señor ministro de Educación que más importante que pesar mucho al pollo es engordarlo. La segunda preocupación tiene que ver con un enfoque que aplico mucho a la evaluación que es el elemento ético, el elemento moral: cuando los pollitos no dan el peso, ¿qué hacemos con ellos, los tiramos a la basura? Teniendo en cuenta que hay pollitos que comen en casa, en la escuela y en muchos sitios pero hay otros que no. Los ritmos de los aprendizajes que hay que seguir hoy en la escuela son tan acelerados que hace falta tener una segunda escuela en la casa para seguirlos y el que no tiene esa segunda escuela ya era un fracasado antes de ir a la escuela y después, en la evaluación, se convierte en otro fracasado si no tenemos en cuenta esa dimensión ética de la evaluación.
- ¿Cómo debe ser entonces la evaluación?
- Decir: "Para que la evaluación sea justa todos vais a realizar la misma prueba no es así, hay que tener en cuenta la diversidad. Después es muy importante que la evaluación privilegie los aspectos más potentes del aprendizaje. En un aula puede haber tareas de memorizar, de aprender algoritmos, de comprensión, de análisis, de opinión propia y de creación. Las tareas son todas necesarias pero si en la evaluación de las que más hay es de memorizar el proceso de aprendizaje para tener éxito estará en este sentido. La evaluación tiene un componente de comprobación: tienen que saber esto, voy a ve si lo saben; tienen que tener estas aptitudes, voy a ver si las tienen. Pero hay un componente que, si no se utiliza bien, es muy peligroso que es el de atribución. Cuando no han aprendido, por qué. Si pongo fuera todas las causas, tendrán que mejorar los demás no yo.
- ¿Cómo se puede hacer partícipe de verdad a las familias?
- La participación de la familia es imprescindible. ¿Qué problemas hay? Primero, que se entienda que la participación es un regalo que le hace la institución. No es así, la participación es un derecho y es un deber. La familia tiene muchas cosas que hacer en la casa y muchas cosas que hacer en la escuela no solo por su hijo, por la escuela, que es de todos. Otra trampa es que se recorte la participación de la familia a aspectos secundarios y que sea una participación solo en lo formal no en lo real y que sea una participación feminizada, solo las madres
¿Cómo se puede mejorar esa participación?
- Voy a plantear algunas experiencias interesantes de participación de las familias en las escuelas para decir: "Se puede". Puesto que alguien lo está haciendo. Las actitudes de las personas son importantes, no puedo decir: "Ya le mando a la escuela ya bastante hago y allí que lo eduquen". Los padres educan a sus hijos no por lo que les dicen sino por lo que son. Es necesario que haya optimismo. La educación es una tarea intrínsecamente optimista, parte del presupuesto de que podemos aprender, de que podemos mejorar.
¿Pero se puede ser optimista en un escenario como el actual con tantos recortes?
- Justamente es cuando se debe. Las circunstancias son adversas, vivimos en una cultura neoliberal que contradice casi todos los presupuestos de la educación: individualismo, competitividad, obsesión por la eficacia, olvido de los desfavorecidos, privatización de bienes y servicios… los presupuestos contrarios a la educación. Vivimos en una cultura institucional de recortes: la misma persona que te hace una ley para mejorar la calidad te da unas condiciones en que es más difícil conseguirlo. Pero en estos momentos que hay dificultades el buen profesional se estimula. Es muy importante la actitud porque en el mismo contexto, con el mismo ministro, las mismas circunstancias, la misma escuela, de un lado del tabique está un profesor entusiasmado que hace felices a los demás y en el otro tabique hay una persona desesperada y que hace desgraciados a todos. A mí me parece fundamental que entendamos la educación como un reto como un proceso que nos interpela a todos: a los medios, a la política, a los profesores, a los padres... a toda la sociedad porque es en la educación donde está la clave. Los problemas no tienen solución en los despachos ministeriales, ni en los cuarteles, ni en los bancos, ni en las iglesias. Yo creo que es en las escuelas, en la educación, que es la que transforma las mentes.


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