El Departamento de Educación nos vuelve a sorprender con su capacidad de previsión, haciendo las cosas con tiempo, publicando el nuevo currículum de bachillerato a unos pocos días antes de las vacaciones. Se lo agradecemos, así tendremos tiempo este verano de leerlo con detenimiento. No sé si opinarán lo mismo los equipos directivos que tienen que planificar el curso que viene. En todo caso, todos tenemos la incertidumbre de si el nuevo gobierno que tome las riendas de Aragón, lo derogará de inmediato o no.
Entre los elementos curriculares, destaca la introducción de los estándares de aprendizaje, que determinan la evaluación, al ser la medida básica de los criterios de calificación por su relación con los indicadores de logro. En la práctica viene a reproducirse el sistema de evaluación de Primaria con una infinita multiplicación de ítems que dificulta dedicarse a otra cosa.
La religión se equipara al resto de las materias y se deja todo su contenido curricular a “la jerarquía eclesiástica y la autoridad religiosa”. Recordemos que el curriculum de esta “asignatura” se fundamenta en el creacionismo y en la incapacidad del ser humano en encontrar la felicidad por sí mismo. La confesión determina una parte de la educación en un estado aconfesional. Y sigue complicando la organización de los horarios del alumnado.
La redacción de los elementos transversales , en lo que se refiere a la violencia, se focaliza por la introducción de dos ejemplos, el holocausto y el reconocimiento a las víctimas del terrorismo. Desde el escrupuloso respeto a esos ejemplos, dicha inclusión expresa parece marginar a todos las demás. La introducción de la transversalidad fue uno de los pilares de la LOGSE a la que por lo menos, le reconocemos desde aquí su interés por lo universal en cuanto al tratamiento de los valores, traducidos en ejes como “La educación para la paz y el desarrollo de los pueblos”, “Educación moral y cívica”, “Educación en la Igualdad de oportunidades”... Además se recogieron específicamente en una asignatura que desde la derecha más recalcitrante fue objeto de una campaña de objeción de conciencia: Educación para la Ciudadanía.
En lo que respecta a los principios metodológicos hemos de decir que , sorprendentemente, coincidimos en muchos aspectos: en el interés en la atención a la diversidad, el desarrollo de las inteligencias múltiples, la inteligencia emocional, el aprendizaje significativo, el fomento de la creatividad y el pensamiento crítico y la combinación de diversos agrupamientos. En lo que no coincidimos es en el cinismo del ejecutivo del PP. ¿Se habrán enterado de la ratio cercana a los 40 alumnos que hay en muchos IES en bachillerato? ¿De la jornada lectiva de 21 horas? Principios, nada más. Ni una sola medida en todo su gobierno que los facilite.
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